02 Abr ACARICIAR CON EL CORAZÓN
Puedes tocar y acariciar tantas cosas…
Acariciar la arena fina de los parques infantiles. Traer así a tu memoria, los recuerdos que quedaron en los álbumes de fotos del fondo de cajón que siempre queda por abrir.
Poder coger entre tus manos la nieve blanca y apretar hasta que te duela, como duele una ruptura o un desencuentro o la despedida de un amigo.
Y acariciar los pétalos de una flor de ese rojo intenso que te remueve por dentro y te recuerda otras notas musicales olvidadas en el pentagrama incompleto de tu corazón, que ya nunca podrá terminar esa partitura.
O unos labios sedientos, doloridos, que esperan el agua como la tierra yerma de los inmensos desiertos.
Seguro que has corrido detrás de una pompa de jabón que se escapa traviesa porque no quiere desaparecer entre tus manos. No has podido sentir la suavidad de lo frágil, lo débil, lo que dura un instante, como dura un silencio en un pentagrama, o un sí quiero, o una estrella fugaz.
Y quién sabe… esos ojos que tocan el corazón, y llegan hasta el sótano y acarician cicatrices que ya no duelen pero que están.
Una sonrisa que roza tu rostro y te deja rastros de la misericordia divina que se esconde en los rostros de los seres humanos, rostros vivos de Cristo entre nosotros, que te rodean en cualquier esquina o en cualquier plaza, o en la cola del supermercado, o en el metro.
O tal vez a la frente perlada de fiebre, que urge acariciar, mojar, besar porque… hace tanto un beso, o una caricia.
Acariciar el alma
Pero… ¿y el alma? ¿alguna vez has sentido que algo o alguien te ha tocado el alma? Como toca el Maestro, con esas manos que curan. Si es así, vuelve allí, quédate allí y haz de ese encuentro un momento eterno. Que no se rompa con el paso del tiempo, ni con los inviernos que a veces habitan en tu interior, ni las oscuras noches sin luna, que a veces se instalan en el corazón. Si Él te ha tocado, no lo dejes escapar, no lo sueltes, es un gran regalo que se recibe gratuitamente.
Benditas manos que acarician, ojos que tocan el corazón, dedos que transmiten nuevas sensaciones, en pieles arrugadas o derrochando vida, porque las caricias curan, regeneran, alivian, calman, relajan.
Bendito sentido que nos hace vibrar el corazón al contacto de la piel de esas personas que se acercan, que te acarician, que te miran y demuestran sus sentimientos con las sutiles sensaciones que todo lo envuelven y lo transforman.
Porque las caricias, rompen barreras y cadenas. Dan fuerza, expresan dolor o alegría, dan paz. Consiguen calentar el corazón helado, o restañar el corazón roto, abatido, y lo eleva. Consiguen cambiar el corazón de piedra en uno de carne y lo restauran.
Hermana Mª Jesús Diez, RP.
Silvia Barea
Posted at 15:11h, 02 abrilCuando se escribe con el corazón salen cosas así de bonitas!!
Es Precioso, Hermana!
Laura Piñas Gonzalez
Posted at 22:00h, 02 abrilM Jesús, como siempre, preciosas palabras que surgen de un corazón tierno y con mucha capacidad para amar. !Te echo de menos!
Maria José García Ramos
Posted at 22:56h, 02 abrilPreciiosa reflexión amiga. Gracias por compartir,
Un abrazote grande.
Marian Falagan Cano
Posted at 23:51h, 02 abrilUn poeta siempre escribe con el alma y tú alma María Jesús está llena de belleza y de Amor. Gracias por compartir con los demás lo que tu corazón tan bien expresa.
Jacinto Icart
Posted at 14:22h, 03 abrilBello escrito. Cada día te puede suceder algo que te sorprenda, algo bueno. Te conozco desde hace muchos años y me sorprendes gratamente ahora. Nunca conoces suficientemente a las personas y esto en el fondo esta bien , así podemos sorprender.