Entrevista a Emilia González

Entrevista a Emilia González

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La hermana Emilia González ante la petición de una entrevista en el ecuador de su servicio como Superiora General ha accedido sin dudarlo. Subo al despacho y aunque ha pasado la mañana ocupada hablando con algunas hermanas, enseguida me acoge y me indica que me acomode.

Emilia nació en los Picos de Europa (León, España) en un pueblo llamado Tejerina, el 22 de mayo de 1950. Es la mayor de cuatro hermanos. Sus padres, campesinos y ganaderos, le dieron una educación cristiana y le proporcionaron la oportunidad de estudiar como interna en el colegio de la Pureza de Bilbao. Entró como religiosa y años más tarde, el 5 de abril de 2015, fue elegida Superiora General de la congregación Pureza de María.

Entrevista de hermana a hermana

Emilia, nos encontramos en el ecuador de tu servicio, cuéntame un poco sobre ti… De las diferentes etapas que has vivido en tu vida cuáles crees que te han marcado:

En Tejerina, me marcaron sin dudarlo mis padres. Ellos me enseñaron una fe vivida, veían tranquilamente los acontecimientos de Dios en las cosas que sucedían, buenas o malas. “Dios lo quiere” decían, lo aceptaban y vivían con serenidad y paz. Tenían un gran sentido común. La gente del pueblo destacaba por su honradez, su sencillez, su cercanía y la ayuda entre ellos. Cada persona valía por lo que valía y no destacaba nadie.

Bilbao amplió mi manera de ver la vida. Otros estudios, otras personas… aprendí la responsabilidad en el estudio y el compromiso con la palabra dada. Vivir con otras personas de Segovia, León, Burgos… me ayudó a aceptar la diversidad. Lo mío no era lo único que existía.

Emilia, religiosa de Pureza de María

Después de acabar tu etapa de escolaridad entraste en la congregación. Hiciste el noviciado en Mallorca y fuiste a estudiar a Barcelona. ¿Qué señalas de aquella época?

En Barcelona estudié Ciencias religiosas y Ciencias Químicas. Las Ciencias religiosas fundamentaron mi vida espiritual y las Ciencias Químicas me ofrecieron la oportunidad de trabajar el método científico, allí aprendí a observar, analizar, pensar, sacar conclusiones… Ambas carreras se complementan y me han ayudado a conjugar la parte científica y la humanística.

Una vez acabada la carrera, de los destinos que has vivido ¿qué destacarías?

El destino que más me ha marcado fue el primero: Onteniente. Fui destinada a una comunidad de muchas hermanas mayores, con ellas me sentí muy acogida y querida. Como se iban marchando me hicieron ver que la vida había que vivirla muy bien. Su testimonio fue muy importante para mí, se sentían en paz, tranquilas y gozaban en el trabajo. Me marcó también que Onteniente fuera un pueblo, yo venía de un pueblo y me metí en su cultura, en la devoción a la Virgen…

En realidad, cada destino Bilbao, Valencia, Cid, Madrid… es como nacer de nuevo, dejas muchas cosas pero también aprendes mucho y te enriqueces. ¡Es bueno! Hace que no te instales, que siempre quieras crecer y aprender, que tengas que ser humilde y partir de cero otra vez.

Alegrías y dificultades

LLegó el 2015, celebramos el XXVI capítulo general y te eligieron superiora general y ahora llevas 3 años de servicio. Nos encontramos en el ecuador, ¿me podrías decir una gran alegría que hayas tenido y una dificultad durante este tiempo?

  • Alegrías ¡muchas!: que entren jóvenes al noviciado, que haya nuevas profesas, que una hermana después de una serie de años haya vuelto a la congregación, la disponibilidad de las hermanas cuando les pido que dejen una misión… pero la alegría mayor ha sido la fundación de Loja. ¡Era arriesgado! Una comunidad intercongregacional con La Salle. Respondía a lo que está pidiendo el Papa, una comunidad samaritana, para gente pobre, venida en pateras… ¡era un riesgo!. De momento tanto nosotras como La Salle estamos contentos. Creo que se está haciendo un bien inmenso, yo intuí que venía de arriba y el Consejo General apoyó la iniciativa.
  • La dificultad, en este momento, es la situación en Venezuela. Las hermanas que están allí viven una experiencia muy dura y violenta, se juegan la vida, hay hambre y miseria. No sé a quién destinar, cómo destinar… en realidad es mi preocupación.

En resumen

Emilia, para acabar dime una palabra que resuma tu experiencia de estos 3 años.

Agradecimiento a Dios. Debo agradecer a Dios todo. Me he sentido muy apoyada por las hermanas. He palpado que Dios actúa fuertemente en la vida de las personas y eso es lo más grande. A veces me emociono cuando escucho a las hermanas… así que solo agradecimiento. Si naciera de nuevo, desearía la misma vida.

Gracias, hermana Emilia, por tu naturalidad y tu franqueza. Seguimos rezando por ti y por la misión que has recibido.

 

Emilia González


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