30 Jul Fallece nuestra hermana Eugenia Almudéver
Nuestra hermana Eugenia Almudéver Hernández falleció en Madrid el 29 de julio de 2019 acompañada por las hermanas
de su comunidad.
Unas pinceladas sobre nuestra hermana Eugenia
Nuestra Hermana Eugenia Almudéver Hernández nació en Alcácer (Valencia) el 18 de mayo de 1926. Entró en el postulantado el 2 de julio de 1943 en Son Serra (Mallorca) e inició el noviciado el 4 de enero de 1944. Celebró su primera profesión el 5 de enero de 1945 y pasó a la casa de Establiments.
En su misión apostólica estuvo destinada en varios colegios entre ellos: Inca, León (Nicaragua), Bogotá (Colombia), Avenida del Cid, Managua (Nicaragua), Cali (Colombia), Cumaná (Venezuela) y Madrid.
Durante sus últimos años en Madrid realizaba bisutería y trabajos manuales con el fin de ayudar a las campañas de Misiones y cuidaba con mucho esmero las plantas de la recepción del Colegio.
Anécdotas
- Nuestra hermana Eugenia fue destinada a León de Nicaragua en mayo de 1951 y formó parte de la primera comunidad de Religiosas de la Pureza de María en este país y en América. Esta fue la primera fundación de la Congregación fuera de Europa.
- En mayo de 1973 fue destinada a Managua donde trabajó en la Escuela del Barrio “Unidad de Propósitos”, después del terrible terremoto que asoló la ciudad a finales de 1972.
- En 1976 pasa a la comunidad de León para ayudar en la organización de las clases que se empiezan a impartir en el barrio de La Providencia.
Testimonios de las hermanas
La hermana Victoria Egea, que vivió con ella en Cumaná durante muchos años, nos cuenta:
«La H. Eugenia fue un testimonio de vida y de amor a los más pobres. Fue una persona de oración profunda. Trabajó mucho con los adultos en los talleres. Tenía muy metida la idea de que “no hay que dar pescado, hay que enseñar a pescar”.
En Cumaná, iba al barrio de Caigüire para convencer a la gente de que se apuntara a los talleres de formación, organizaba 3 talleres que duraban un trimestre cada uno. Un trimestre era Corte y Costura, otro Cerámica, y otro según las ocasiones, por ejemplo, un taller de tarjetería para celebraciones.
Se implicó en las comunidades locales en las que vivió, cuidaba mucho las relaciones sociales, era muy educada y se esforzaba por conocer a las personas. Tenía una gran sensibilidad por los pobres y por sus necesidades.
Propagó mucho la devoción a M. Alberta, sobre todo animando a las madres que deseaban quedar embarazadas o a las que tenían embarazos difíciles para que pidieran por su intercesión».
La hermana Begoña Peciña nos escribe:
«La H. Eugenia fue una religiosa que contaba muchas historias de su estancia en América. Una tierra a la que amó mucho y disfrutó en las distintas tareas que le encomendaron. Fue muy buena, sencilla, cariñosa y prudente. Su refugio fue el Sagrario. Alabemos y bendigamos al Señor para esta hermana sufrida, que supo estar en su puesto con gran discreción. El Señor la habrá acogido entre sus brazos de Padre amoroso».
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