11 Dic Moncada recibe el minillar de foc
Nuestras brasas de Foc se han reunido en el seminario de Moncada (Valencia) del 6 al 10 de diciembre para continuar su formación anual. Estos chicos han vivido una experiencia sin igual y vale la pena leerlo de su propio puño y letra.
Llegada a Moncada
Todo comenzó con la llegada a Moncada y la presentación de cada miembro. Cada uno de nosotros debíamos decir nuestro nombre, lo que esperábamos de la formación y qué creíamos que nos iba a aportar. Después de este momento, dieron comienzo los fuegos de presentación. En ellos, cada Foc muestra de una forma divertida, cercana y entretenida a cada uno de sus miembros.
7 de diciembre
Al día siguiente, y a pesar del madrugón, comenzamos el taller sobre el oratorio. Teníamos ganas de escuchar a los niños ya que sabíamos que son un tesoro. Al terminar el oratorio, nos dimos cuenta de la facilidad que tenían para compartir con total transparencia lo que habían estado orando. A raíz de esto, la hermana Carolina Benavent nos explicó la estructura del oratorio pasando por la oración del corazón, hasta convertir nuestras oraciones en una sola voz.
Por la tarde, varios seminaristas de Moncada compartieron con nosotros su experiencia de fe. Cada uno de ellos era diferente, pero todos se hacían la misma pregunta: ¿Por qué a mí? Lo que nos sorprendió fue la facilidad y soltura con la que nos contaban su propia historia de relación con Dios. Sentíamos que lo hacían sin miedo a lo que pudiésemos pensar y con total sinceridad. Más tarde, cogimos nuestra cena y nos dirigimos al centro de Valencia. Pudimos disfrutar de la ciudad de noche. ¡Estaba preciosa! Al llegar la hora acordada, nos encontramos todos en la plaza de La Virgen donde estuvimos cantando al más puro estilo de Foc.
Finalmente, llegó la hora de entrar a la basílica para dar comienzo a la vigilia de la Inmaculada. Frente a la imagen de la Mare de Déu dels Desemparats contemplamos su SÍ. Hubo un momento en que alzamos nuestros fulares al ritmo de la canción ‘yo soy la vida y la verdad’, en ese preciso instante no solo nos sentimos miembros de Foc, sino también de la Iglesia. ¡Nos sentíamos muy afortunados por estar allí!
8 de diciembre
Al día siguiente, nos levantamos y comenzamos una divertida gymkana donde aprendimos cómo montar una tienda de campaña, fue muy divertido. La hermana Xaviera Saravia se encargaba de este taller. Todos los grupos querían ser los primeros en montar la tienda, cuando lo conseguíamos las sonrisas de satisfacción aparecían y nos sentíamos orgullosos de nuestro trabajo.
Después de comer, la hermana Virtudes Pastor nos enseñó los distintos tipos de oración. Más tarde, tuvimos un rato de oración personal, que nos dejó un dulce sabor a paz.
Por la noche vinieron los fuegos de campamento. Siempre es divertido ver como otros focs han dedicado tiempo para preparar algo que va a entretener a otros. Además, con los fuegos podemos ver más de cerca cómo es ese Foc y sus ganas de sacar una sonrisa a los demás.
9 de diciembre
Casi al final del minillar llegó Juan Tomás Sánchez, vino cargado de alegría. Nos enseñó como incluir a nuestros niños en la patrulla y mediante una serie de dinámicas entretenidas cómo hacer que se sientan parte del grupo. Esta charla nos ayudó y enriqueció mucho como personas y como brasas.
Por fin llegó el momento más importante del minillar: la celebración del compromiso en el seminario de Moncada. Allí ofrecimos nuestro sí a Foc y a Jesús. Algunos miembros de foc nos compartieron sus testimonios sobre los puntos clave y nos hicieron caer en la cuenta de que un miembro de foc tiene que vivirlos en su día a día. Estamos llamados a llevar el fuego y contagiarlo a los demás en todos los ámbitos de la vida. El momento de la noche fue mágico: hicimos una hoguera y estuvimos cantando alrededor del fuego. En ese momento no se percibían las diferencias, éramos una sola voz.
Final del camino
Todo comienzo tiene un fin, y así llegó el último día en Moncada. Ese que siempre deja un rastro agridulce. Por un lado, las despedidas de las personas con las que has estado viviendo intensamente. Por otro, la ilusión de llegar a casa y contar todo lo sucedido.
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