02 Ene ¡POR FIN! LLEGUÉ A NGOVAYANG
Mi llegada a Ngovayang
La misión de Ngovayang, en Camerún, es un lugar muy especial. En un valle entre montañas, a 220 km. de Yaoundé, por una carretera de colinas y donde se termina el asfalto a unos 20 km. de la Misión, existe una pequeña comunidad de hermanas de la Pureza de María.
Para llegar aquí, salí hace unos días de nuestro poblado de Kanzenze en República Democrática del Congo. El recorrido ha sido complejo: 1h30 de jeep y 4h de autobús hasta llegar a Lubumbashi. De Lubumbashi, en avión hasta Addis Abeba, con escala en Ndola (Zambia). Pasé noche en Etiopía y al día siguiente cogí un avión rumbo a Yaundé, con escala en Libreville.
Aquí tres hermanas, dos congoleñas y una española, se encargan de un Hogar para 40 niñas pigmeas badgeli, de entre 4 y 12 años. También dirigen la Escuela Primaria Saint François Xavier, para niños y niñas pigmeos y bantúes.
En la misión hay también otras dos congregaciones:
- Los Oblatos – que se encargan de la dirección del Hospital y de la atención pastoral al poblado.
- Las Hermanitas de Jesús (de Charles de Foucauld) cuyo carisma es la oración y la amistad.
Las tres congregaciones formamos una familia, y ésta es en verdad una pequeña iglesia doméstica.
Los regalos de Dios
Dios me ha hecho el regalo de poder pasar un tiempo aquí, acompañando a las hermanas, desarrollando algunas actividades de formación y dedicándome al estudio de posibles proyectos de cooperación al desarrollo. Es un primer contacto con un mundo totalmente nuevo para mí. África es tan extensa y tan grande como el corazón de su gente. He disfrutado de la acogida de las niñas, que se sienten de verdad en familia, jugando con ellas a hacer aviones de goma-espuma, oyendo sus bromas, observando sus habilidades, aprendiendo con ellas su lengua… y escuchando el latir de sus sueños.
Hay quien quiere ser maestra, enfermera, hermana de la Pureza… niñas que pertenecen a un grupo tan marginado, como son los pigmeos, soñando con un futuro mejor. Personas que no cuentan para nadie y que –como escribía hace poco nuestra Superiora General – no tienen ni registro civil, reconocidas como lo que de verdad son: seres humanos. Con toda su dignidad y su grandeza. Como Agathe, que me ha dicho: “yo de mayor seré la directora del Colegio”. Ésta es la educación de vanguardia que soñó Madre Alberta en 1870, cuando atravesó el umbral de Ca’n Clapers. En Ngovayang, este sueño es una realidad y esconde una promesa fecunda y frondosa como la riqueza de este valle.
H. Victoria Braquehais
MONTSE VILA CUIXART
Posted at 19:48h, 02 agostoMUY BIEN DESCRITO TODO. ME ALEGRO, LO PUBLICARAS. ME GUSTARIA MANDARLO A UN MEDICO, QUE ESTUVO EN NGOVAYANG.
VERE SI SABRE MANDARLO.
QUIEN PUDIERA, VOLVER ALLI.
MONTSE VILA CUIXART
Posted at 19:52h, 02 agostoLO MISMO DE ANTES.
s
Posted at 05:30h, 16 octubres
Et cela est une autre raison pour laquelle je suis dans ce batiment aujourd’hui.
Eduardo Molda
Posted at 16:48h, 05 septiembreHola Victoria, acabo de escucharte en el programa de radio A vivir
Tengo 60 años, el mes que viene me jubilo y no tengo ninguna obligación
Me gustaría saber si puedo ser de alguna ayuda alli, dar clases (he sido inspector de hacienda, soy aún), acarrear agua, jugar con los niños, chico de los recados… me conservo en buena forma.
Enhorabuena, tu voz suena a verdad
Un abrazo
Eduardo