27 May Un sueño hecho realidad
Los sueños, a veces tardan en realizarse, pero si uno les pone empeño… quizá algún día se hagan realidad. Os dejamos con una carta abierta que la H. Begoña Portilla dirige a la gran familia de la Pureza.
Lubumbashi, 21 mayo 2013
Mis queridas Hermanas religiosas, Alumnos, Antiguos Alumnos, Profesores, Personal de Servicios, Padres de Familia, MFA, miembros de FOC y Deja Huella, AMIGOS DE LA PUREZA:
Ante mi deseo manifiesto de agradecer a mi Congregación “tanto bien recibido”, se me ha pedido que escriba esta carta y lo hago con mucho gusto y con todo el corazón. A todas mis Hermanas en la Pureza y a todos vosotros.
Se me ha mostrado también el objetivo concreto de la misma: “para que sepan y vivan con ese proyecto…”
Os preguntaréis: ¿Qué “tanto bien recibido”? ¿Qué “proyecto”? ¿Qué hemos de “saber y vivir”…? Intentaré explicarme. Se trata del Internado de chicos de Kafakumba, del que probablemente habéis oído hablar y que se inaugura oficialmente el próximo 31 de mayo, con el nombre de “Providencia”. Sí, de nuevo “La Providencia”, o tal vez podemos decir “soplo del Espíritu que vivifica…”, es lo mismo.
El sueño del internado existía ya en 2003. En mayo de 2009 recuerdo haberlo “predicado” en nuestros colegios de Canarias. La idea era bien acogida pero todavía no llegaba a cuajar, faltaba algo… ¿qué?
Surgió una chispa en 2011. Fue la misma comunidad de Kafakumba quien buscó pequeños ahorros en sus cuentas y soltó a bocajarro en una sobremesa: “¡Para el internado!”. Casi al mismo tiempo, el AMPA del colegio Madre Alberta se descolgó con un donativo que fue otro detonador… Ante la lentitud de los grandes Organismos de Ayuda y Cooperación, tal vez frenados por el fantasma de la crisis, tomé una decisión atrevida: ¡me lancé a pedir! Simplemente pedir. Escribí una carta al Consejo general de la Congregación solicitando una cantidad modesta pero válida en unos principios que se anunciaban igualmente modestos. La Congregación respondió con un SÍ. Hubo también algunas aportaciones generosas y entrañables, herencias, personas que están ya en el cielo y nos han ayudado (pienso con cariño en Amelia Pujana). Con estos gestos emocionantes ante la precariedad de la situación, nos pusimos literalmente “manos a la obra”. El grito de nuestros niños y jóvenes nos empujó a empezar, a comprar materiales e iniciar el transporte hasta Kafakumba, un transporte penoso, pero decidido a toda costa.
Yo sabía que aquello no daba para mucho pero… sabía también (¿lo intuía?) que un soplo del Espíritu había prendido en la Pureza y “los últimos” no iban a quedar defraudados. Kafakumba está casi “en el fin del mundo”, allí donde todavía no hay cobertura. La obra del internado estaba iniciada y también estancada, evidentemente, pues nuestros fondos ya habían llegado a su fin. En este punto estábamos cuando en octubre de 2011 transmitimos nuestra situación y, gracias a la colaboración de todos vosotros, se dio un gran empujón a este proyecto. Os aseguro que lo que mis ojos veían clarísimamente en aquel momento era el Reino de Dios en esta tierra.
El Reino de Dios, sí, un impulso de generosidad sin cálculos, una capacidad asombrosa de asumir el riesgo ante la necesidad del otro, y todo ello en la mayor gratuidad y desinterés personal. El internado está ahí. Os voy a transcribir algunos datos; el porcentaje aportado por la Congregación es aplastante.
Os confieso que sigo impactada y asombrada, profundamente agradecida a la Congregación y a cada uno de los colegios que con mucho esfuerzo e ilusión nos apoyan con sus campañas anuales; agradecida, en fin, al Espíritu del Señor que sopla fuerte entre nosotras y nos empuja a SALIR “para no caer ENFERMOS”, parafraseando las palabras que recientemente, en la Vigilia de Pentecostés, nos ha dicho el Papa Francisco.
Quiero recordar y dejar constancia explícita de un hecho. El internado no es propiedad nuestra, no es propiedad de la Congregación. Pertenece al obispado de Kolwezi como todo el resto de la Misión. La Congregación ha DADO gratuitamente con vuestras aportaciones, sin más beneficio que la alegría de dar y de trabajar por los más pobres. Veo ahí unos criterios, una lógica que casi puede escandalizar… y, sin embargo, es el Evangelio, es el mensaje que no deja de transmitirnos el Papa Francisco, la locura de otros Franciscos (el “poverello”, el de Javier…), de Juan Bosco, de Alberta Giménez, ¡cómo no…! Como en el primer Pentecostés: “Tal vez debamos empezar a hablar en ‘otras lenguas’…”.
Queridos amigos de la Pureza, el Internado no es un gesto aislado, se realiza paralelamente a otro más fuerte, si cabe. Cuando una Congregación, pequeña como la nuestra en número de personas, decide una fundación para los últimos de los últimos y esto después de haberlo reflexionado y orado mucho… significa que algo está cambiando en el mundo, en la Iglesia, entre nosotras. Ngovayang sigue siendo un hito en nuestra historia. Le acompaña Bucaramanga y tantos detalles en vuestros centros que podéis añadir como gestos de un “salir” a la intemperie, a todo riesgo. Ojalá seamos fieles a este viento.
¡No tengamos miedo! Os animo, y me animo a mí misma, a “saber y vivir”… de la filosofía del Espíritu, del coraje que este proyecto de nuestro internado encierra en sí mismo.
Os agradezco a todos el haberme permitido expresarme y compartir también a través de esta web. Para todos y cada uno en los tres continentes (África, América, Europa), un abrazo con cariño inmenso. Os confío a la Virgen en este final de mayo.
Begoña Portilla, RP
Delegada General de África
Religiosas PUREZA DE MARÍA
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