16 Ago Voluntariado en Camerún 2022
4 profesoras de nuestros colegios y una mamá de nuestro colegio de Ontinyent realizaron un voluntariado en Camerún. Las afortunadas fueron Aina Ripoll, Maria García, Lorena Iborra, Laia García y Mercedes Pastor, acompañadas de la hermana Isabel Padilla, coordinadora pedagógica general de Pureza de María. El voluntariado se llevó a cabo del 8 de julio al 9 de agosto en la misión de Ngovayang.
Experiencia del voluntariado de una de nuestras profesoras
“Buenas tardes:
Nos alegra notificarte que tu solicitud ha sido aceptada por el equipo responsable del voluntariado”
Parece mentira que diecisiete palabras puedan hacer vibrar seis corazones con tanta intensidad, que puedan hacerte vivir un sueño y que logren cambiar tantas vidas.
Recibimos ese ansiado correo y rápidamente nos pusimos manos a la obra. Había que preparar unas colonias para los niños de Ngovayang y no teníamos tiempo que perder. Comenzamos las reuniones y en todas ellas se palpaban las ganas que teníamos de que todo saliese bien. Pensamos cientos de actividades, miles de juegos para que esos niños fuesen, por lo menos durante dos semanas, simplemente niños. A lo largo de este tiempo de preparación fue un orgullo ver cómo los compañeros de nuestros colegios, las Hermanas, amigos, familiares se volcaban para ayudar y hacer que este proyecto saliese hacia delante y de la mejor manera posible.
Poco a poco se acercaba el momento de irnos y los miedos iban surgiendo, pero la balanza se inclinó hacia las ganas y nos vimos en Madrid rodeadas de dieciocho maletas cargadas de material, pero sobre todo, de mucha ilusión. A las 3:30h de la mañana sonó el despertador y pusimos rumbo a lo que, sería una de las experiencias más bonitas y gratificantes de nuestras vidas.
Aunque la llegada a la Misión fue larga y escalonada, finalmente estábamos allí, dejando nuestro yo para salir al encuentro de otros que, sin pedírselo, nos abrían, de par en par, las puertas de su casa, de su vida y compartían con nosotros su manera de vivir; mostrándonos la grandeza del ser humano, de las Hermanas que están allí día a día con ellos, de la Familia Pureza, de todo lo que Madre Alberta ha conseguido, pero sobre todo, la grandeza de Él, presente en cada gesto, cada rincón, cada persona de Ngovayang.
Ahora desde España sabemos que la aventura no terminaba allí, sino que no ha hecho más que empezar. Comienza nuestra misión de contarle a todo el mundo lo vivido y lo sentido allí, pero sobre todo de ser testimonio del Señor para siempre, porque lo que no sabíamos de esta aventura es que te cambia de por vida.
María García
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